domingo, 3 de mayo de 2015

Un fenicio en las montañas de Montánchez (Cáceres)


Desde el sendero escogido, montañas y valles hacen honor a la fama de Montánchez, en el centro geométrico de Extremadura. Arriba el castillo, un auténtico museo vivo de esta zona histórica. Todo se andará, el fenicio feliz ama la primavera, las alturas y el jamón de bellota

Caminar los montes de la Sierra Montánchez en primavera es algo más que una invitación que un fenicio no puede rechazar: es un privilegio. Estos antiguos cananeos adoran las montañas, los lugares altos y más si disponen de arroyos y fuentes, cual es el caso que nos ocupa. Los fenicios siempre ubicaban sus ciudades en promontorios surtidos de fuentes seguras. De la montaña al agua resume el periplo histórico de los fenicios.



Montánchez siempre constituye una atalaya fenomenal, un regalo para la visión panorámica, pero también un seguro de vida para aquellos sitiados caídos en desgracia que tuvieron que resistir los embates del asedio enemigo, de ahí una fortaleza imponente en lo alto del cerro. Creo que le falta un metro para llegar a los mil de altura sobre el nivel del mar.

Andamos bien encaminados, subimos la altura y desafiamos los repechos que no salen al paso, cruzamos el paisaje lunar de las antiguas minas, nos paseamos por un robledal tan ufano y generoso que nos eleva los ánimos para seguir con buen ritmmo los kilómetros que nos quedan por cubrir.

Gracias a la guía experta del biólogo Antonio Gentil, Domingo, el farmacéutico de Montánchez y otros expedicionarios armados con una cantimplora y con los ojos bien abiertos para disfrutar de las explicaciones sobre árboles y plantas, ahora en todo su esplendor primaveral. Es una delicia escuchar a Domingo hablar de los robles, castaños, alcornoques, encimas, y otras plantas, una lista interminable de plantas visitadas por abejorros y varios insectos de inextricable geometría.




Un tesoro natural que no peligra a pesar de los controlados incendios provocados por los pastores para contener los arbustos y favorecer los pastos para el ganado. De todas formas, a simple vista se observa que el montanchego depende cada vez menos de la tierra y los castaños crecen a su libre albedrío y han ido formando un sotobosque que impide el paso a cualquier bestia.
Hace 25 años esto era impensable.

De la montaña se extraía no solo los frutos, sino el corcho del alcornoque, desconchado cada diez años, y la indestructible madera del castaño que servía para cualquier edificación que se preciara como vigas insustituibles.

Montánchez ofrece varias posibilidades a los senderistas, todas ellas con un aceptable grado de dificultad y en todo caso amenizados por los caballos pacíficos, las piaras de cerdos ibéricos que hozan en libertad en las zahurdas y en la falda de la montaña; algunas vacas blancas, negras, retintas... y en la cima el mítico paisaje de Montánchez, los valles a tus pies, el éxtasis del fenicio.
Los arroyos siguen manando, ofreciendo las aguas salutíferas y frescas al caminante magullado.

Solo una nota desagradable, que el fenicio cartaginés de Ibiza reconoce de inmediato: un nido de orugas de la procesionaria está despertando y busca desesperadamente un pino al que agarrarse para seguir con su ciclo vital. Ahora son muy peligrosas, un simple pelo de estas orugas puede causar serios problemas al ser humano o a los animales que las molesten.






Pero esta anécdota no puede destruir la alegría y el merecido gozo que produce disfrutar de las alturas. Por encima de nosotros solo quedan unas antenas de comunicación o telefónicas y algunas aves de rapiña.

Esta foto tiene una cierta relevancia histórica, en el sentido de que el Cancho es el original. Por lo tanto debió ser tomada antes del 19 de junio de 1937. 

Bien, en realidad, nos queda la roca bamboleante o el cancho que se mueve, una enorme piedra de granito que oscilaba con la simple presión de una persona. Pero la original la derribaron unos soldados el 19 junio de 1937. La actual ha sido repuesta por el ayuntamiento, pero ya no baila con la misma soltura, según me cuenta Domingo.
Este farmacéutico me alaba la fundación Vanderlinde, una aportación del pintor holandés hiperrealista que ha conseguido la ayuda decidida de la Junta de Extremadura. Ha preparado además exposiciones como la de Barjola y ha emprendido una interesante labor de recopilación antropológica de Montánchez. Pueden disfrutar este video aquí. Vale la pena ver las fotos antiguas.


Toda la senda está tapizada de jóvenes brotes de robles, castaños y una inabarcable gama de plantas en plena eclosión primaveral. Los arroyos permiten ir refrescándose con agua que mana desde la montaña.
Joven roble de rebollo brotando en pleno bosque



La llegada tiene premio y el fenicio es acogido en la fuente de Juana Gil, una finca experimental, albergue para campamentos de verano y otras actividades similares sin ánimo de lucro. Ahora se llama 'La Fontanita'.

Mientras la atenta Toñi prepara unos manjares de la tierra, las delicatessen de rigor, José nos muestra esta finca, de la que se siente orgulloso y con justicia. Entre otras joyas acoge una amplia selección de árboles endémicos de Extremadura, algunos de ellos raros y en peligro de extinción. Se detecta una amplia labor de equipo de la que no es ajena la vocación y la ciencia del biólogo Antonio Gentil (en la foto).

El fenicio agradece este ágape para restaurar energías, bien regado con este vino de Pitarra, blanco y algo turbio (como el ribeiro joven de Galicia) y que adoran los extremeños. Un festín basado, como no, en el cerdo omnipresente en la región.

No estaríamos en Montánchez de no emprender un último esfuerzo para subir al Castillo. La historia acumulada en estas piedras es impresionante y es fácil de encontrar en Internet. En su interior, la patrona venerada, la Virgen del Castillo.




Desde aquí se divisa mucha Extremadura, un balcón histórico y natural. Todavía quedan muros, quizás los más atacados del mundo, presentando batalla a los vientos. Derruidos y vueltos a levantar por los moros y por los cristianos todas las veces que fueron necesarias. Aquí están. Permanecen.
Senderistas y visitantes deambulan por este amplio castillo, un mirador gratificante que permite una visión de conjunto, una panorámica para el recuerdo. Estamos en la cima, mamá, en lo más alto. Y bastante extenuados por la caminata tan plácida y retadora.



Tres videos sobre Montánchez y la comarca

Un programa de Extremadura Tv que me gusta porque está filmado en un día de lluvia y en época invernal o primaveral, por la abundancia de verde y de vegetación.




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Este parece realizado en pleno verano. La diferencia de color del paisaje es evidente. Los inviernos son frescos, casi fríos y secos, excelentes para jurar el jamón, y los veranos suelen ser calurosos y secos



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Y una panorámica que no pudimos ver.... desde al aire



***   Las fotos son de Antonio Gentil. Los videos de los correspondientes autores señalados en el propio Youtube