En Tierra de Barros se produce, por sorprendente que parezca, cava. Este caldo se caracteriza por su color blanco pálido y brillante con finísima y persistente burbuja junto a un excelente conjunto de aromas. Un vino que en paladar resulta muy elegante. El cava se utiliza normalmente para celebraciones, aunque es una bebida que servida fresquita es genial para acompañar dulces.
No obstante, en esta comarca lo que más se producen son tintos. Las principales características en cuanto a color son los cerezas desde brillantes e intensos hasta rubíes precisamente con esa tonalidad cereza o con los clásicos matices en teja.
En nariz estos tintos de Tierra de Barros suelen ser afrutados y frescos aunque ese marcada presencia de características relacionadas con las frutas del bosque hace que algunos de estos caldos huelan a mora y otras frutas rojas. Finalmente, en el paladar resultan unos vinos estructurados, que suelen tener un postgusto largo y profundo.
En Tierra de Barros los blancos tienen un color amarillo pálido con reflejos verdosos o limpios y brillantes. En nariz suelen ser intensos y frescos con toques de delicadas notas florales en algunos casos. Tienen un paladar amplio, de gran finura y persistente.
La comarca vitivinícola de Matanegra cuenta con una gran variedad de caldos. En tintos hay vinos color rubí con ribetes teja aunque también destacan los rojo picota y aquellos que tienen un color cereza.
Los olores que se desprenden de estos vinos se caracterizan por las especias. En este sentido, es fácil apreciar notas de vainilla, clavo, regaliz, hinojo o romero. Además, en algunos casos también se manifiestan las frutas rojas e incluso olores tan sorprendentes como el cuero o el tabaco. Estos caldos suelen ser amplios en boca, carnosos, envolventes o sedosos.
Dentro de los blancos en esta comarca se producen vinos de color amarillo pajizo con reflejos verdes. En nariz ya se manifiesta su frescura y nerviosismo, al tiempo que van apareciendo las notas de flores blancas y frutales tales como el melón y la manzana madura. De igual modo se aprecian levemente toques de cítricos y almendra. En estos vinos el paso de boca es muy suave y sedoso.
Una de las curiosidades de esta comarca es que también se hace cava amarillo pálido, limpio y brillante. Estos vinos tienen aromas a frutas maduras, resaltando los relacionados con los frutos secos. En el gusto es muy suave y fino en el paladar. Tiene una burbuja adecuada y un rosario encadenado que confiere un cava muy suave y afrutado.
Matanegra también se caracteriza por producir un tipo de vino poco común en Extremadura: los rosados. En este caso tienen un color rojo grosella, limpio y cristalino. En nariz se manifiestan desde el comienzo las frutas rojas características de la variedad Tempranillo, esto es, la grosella, la fresa y la frambuesa. En boca es fresco, vivo, con la correcta acidez propia de los buenos vinos rosados. Así, resulta amplio con notas nuevamente de las frutas rojas.
Esta comarca también dedicada parte de su producción a los vinos dulces de color rojo rubí, limpio y transparente. En nariz, destaca la gran potencia aromática, donde se encuentran íntimamente ligados aromas primarios frutales junto con aromas aportados por la madera del roble, destacando así toques de vainilla, miel y membrillo. Tiene un buen paso de boca, donde resalta el elegante dulzor conjuntado con el grado de alcohol. Son vinos ideados para ser el acompañante de las mejores tortas de quesos, así como de deliciosos postres y dulces.
Nos vamos a Ribera Baja donde se obtienen muy buenos tintos. Destacan los colores rojos cereza, limpio y brillante. Suelen tener un aroma armonioso y al mismo tiempo complejo con notas de frutas rojas. En boca estos caldos resultan carnosos, densos con un final elegante y persistente.
En la vecina Ribera Alta nos encontramos con unos tintos de color violáceo, aromas de mora, violeta y pimientos y un sabor afrutado con buen equilibrio. En esta zona también se producen blancos jóvenes de color amarillo pajizo con aromas a pila y plátano que resultan muy frescos al paladar.
El viaje continúa en Montánchez, cuyos tintos tienen un color cereza sostenido con reflejos violáceos, limpio y brillante. En nariz resultan intensos y francos con aromas a frutas rojas y especias dando lugar a unos caldos balsámicos, sabrosos, estructurados e intensos. En boca suelen tener un final largísimo.
En cuanto a los blancos de esta zona destaca su color amarillo pajizo, frescos en aromas florales y dejes afrutados que en boca resultan agradables, expresivos y frescos.
Finalmente llegamos a Cañamero, donde los tintos son aromáticos con recuerdos a flores y frutas. Al paladar resultan carnosos y potentes con una gran persistencia final. En cuanto a los blancos la comarca cuenta con caldos finos, suaves y sabrosos.
En definitiva, Extremadura dispone de una amplia producción de vinos para todos los gustos. Un viaje por estas comarcas permitirá no sólo conocer las bodegas y los caldos, sino visitar algunas de las ciudades más importantes de la región como Trujillo o Almendralejo. Un viaje ameno e interesante en el que se disfrutará de los paisajes, las ciudades y de los vinos y la gastronomía extremeña.