sábado, 31 de marzo de 2012

Las ruinas del Patrimonio artístico extremeño

En apenas dos semanas se cumplirán dos años del derrumbe de un parte de la muralla Templaria de Jerez de los Caballeros, que data del siglo XIII. Más de 23 meses después, la zona permanece igual y los vecinos que tuvieron que ser desalojados siguen sin poder volver a sus casas.
En Extremadura hay oficialmente más de 300 Bienes de Interés Histórico y Cultural (BIC) repartidos por toda su geografía. El paso del tiempo, la climatología y la mano del hombre han dejado su huella en ellos a lo largo de los siglos. Una huella que no siempre ha sido buena. Por eso es importante su cuidado y su mantenimiento, una responsabilidad que en la comunidad autónoma depende de la Junta de Extremadura. Varios expertos valoran su eficacia.
Pilar Mogollón, historiadora de arte, profesora de la Universidad de Extremadura y experta en patrimonio considera que en la región, en los últimos 30 años ha habido un importante proceso de recuperación y renovación del patrimonio, aunque reconoce que «nunca es suficiente».
El arquitecto Daniel Monfort, miembro de una de las comisiones de Patrimonio de la Junta, apunta que la restauración de un BIC es un proceso complicado en el que se han de superar multitud de filtros. «Sobre todo hay que respetar la normativa vigente, que es muy particular, porque son bienes muy protegidos ya que son piezas cuyo valor va mucho más allá de lo meramente arquitectónico», afirma. Añade que por ello se diseñan planes directores de recuperación y restauración.
Pese a todo ese cuidado hay algunos enclaves que los cronistas oficiales consideran 'puntos negros' por no estar debidamente atendidos. Feliciano Correa, presidente de la Asociación de Cronistas Oficiales de Extremadura, nunca olvidará el 6 de marzo de 2010, el día que cayó parte de la muralla de Jerez de los Caballeros.
También el puente de Cantillana, sobre el río Gévora en Badajoz y que tiene más de 400 años, se encuentra muy deteriorado según este experto, que asegura que en los últimos años poco o nada se ha invertido en su mantenimiento. En igual estado de abandono se encuentran los puentes de Arenosas y Notarias que, situados en la zona de La Codosera y Alburquerque, forman un conjunto irrepetible sobre vías romanas y medievales. «Están olvidados de la mano de Dios», señala Correa.
Otro puente, en este caso romano, situado cerca del pantano de Pontón (en Brovales), también está en la actualidad casi irrecuperable, según la misma fuente.
Y entre Alconchel y Cheles hay un convento franciscano dedicado a Nuestra Señora de la Luz del que hoy apenas queda una espadaña en pie, señala el presidente de los cronistas oficiales.
También la casa del pintor Zurbarán, situada en la localidad de Fuente de Cantos, se encuentra en un estado ruinoso. «Los maderos de la casa están llenos de termitas y todo el inmueble se está destrozando. Es impensable que la casa donde nació un genio que ha sido estudiado en medio mundo se encuentre en este estado», asegura Correa.
Restauraciones incorrectas
Son algunas 'ruinas' en las que, según los cronistas, no se ha invertido ningún dinero. Pilar Mogollón admite que uno de los problemas importantes es que el patrimonio necesita mucho mantenimiento, es muy costoso. Monfort está de acuerdo con la historiadora en este punto. «Es importante que la Administración se dé cuenta de la importancia que tiene que los técnicos revisen y comprueben el estado real de las estructuras de esas edificaciones», subraya. Feliciano Correa recuerda además que mientras más deteriorado esté un monumento, más difícil y costoso será después recuperarlo.
Desde el punto de vista del arqueólogo Fernando Valdés, precisamente ahora en tiempos de escasez se gestiona con mejor criterio el dinero que se destina al mantenimiento del patrimonio. «A veces, cuando se tiene mucho dinero se empieza a restaurar sin ton ni son por cuestiones turísticas o intereses de alcaldes de uno u otro color», opina.
El hecho de que el edificio se utilice o no una vez restaurado es clave también, según Pilar Mogollón. «No tiene ningún sentido restaurar un edificio y luego cerrarlo. Como pasa por ejemplo con el monasterio de Tentudía, en el que se ha invertido mucho dinero público durante los últimos 50 años y que no parece encontrar una utilidad clara», lamenta.
Precisamente este edificio es uno de los ejemplos -según Correa- de aquellos restos de patrimonio en los que pese a haber intervenido en su recuperación, no se ha hecho con demasiado acierto por diferentes motivos. «Fue una restauración totalmente improcendente. Por ejemplo, se pusieron unas cristaleras en el claustro que ocasionan una condensación excesiva y aquello empieza a degradarse por exceso de humedades», argumenta Correa.
Pilar Mogollón reconoce que algunas restauraciones no son «las correctas o las más adecuadas». Explica que en muchos casos se han acometido acciones, fruto de una determinada 'moda' arquitectónica que han contribuido a que los edificios dejen de ser impermeables, por ejemplo. Y advierte que el agua es uno de los elementos climáticos que más pueden erosionar el patrimonio.
Daniel Monfort reconoce que es cierto que existen tendencias o 'modas' cuando se habla de restauración. «Por ejemplo, con el arte mudéjar hubo una época en que se tendió a dejar el ladrillo visto, a la intemperie, retirando los revocos de las fachadas. Ahí sí que se puede hablar de modas que no obedecen a criterios técnicos y estas acciones pueden dar lugar a problemas de mantenimiento», reconoce, aunque matiza que se trata de casos puntuales.
Este experto, que es también vocal del Colegio Oficial de Arquitectos de la región, refiere que en Extremadura, al igual que en España, se rigen por los criterios propios de la restauración científica, heredera de la moderna. «Básicamente se resume en que se evitan los añadidos modernos, se procura mantener el uso racional de las edificaciones... Pero hay una serie de criterios que no responden tanto a modas como al sentir propio de todos los profesionales que participan en el proyecto», argumenta Monfort, y añade que se trata de un trabajo de equipo de arquitectos, historiadores, arqueólogos y constructores, entre otros.
En este sentido, el presidente de los cronistas extremeños, Feliciano Correa, echa en falta que se les consulte más a menudo a la hora de abordar la recuperación del patrimonio teniendo en cuenta que ellos son estudiosos y verdaderos entendidos de la historia y los monumentos de sus ciudades.
Sin pasar a la historia
Fernando Valdés, por su parte, incide en que la recuperación de un monumento tiene que ir mucho más allá de que «un arquitecto se luzca y haga cosas muy innovadoras». Según él, hay que evitar que «el patrimonio sea solamente un campo para facturar a determinados arquitectos y a determinados estudios». «Hay que restaurar siendo respetuosos, modestos y humildes y no pretender pasar a la historia del monumento», subraya.
Este arqueólogo fue apartado el pasado verano del proyecto de rehabilitación de la Alcazaba de Badajoz, porque -según explica- no estaba de acuerdo sobre cómo se estaban haciendo las cosas. De hecho, redactó un informe, que remitió a la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura, en el que advertía de que se podían producir daños en el lienzo de la muralla si no se tomaban las medidas necesarias para salvaguardar todas las huellas históricas que alberga este enclave.
De hecho, hay otros casos en los que los expertos consideran que los monumentos han sido dañados. «El castillo de Luna de Alburquerque en el que se quiere hacer una hospedería... Eso una barbaridad, porque destrozaría un edificio que tiene una tipología única tanto por estilo como por ubicación», denuncia Correa.
Asimismo, señala como desafortunadas muchas intervenciones que se han hecho en castillos de la región como los de Montemolín, Burguillos del Cerro o Puebla de Alcocer, por poner algunos ejemplos.
También considera un error una especie de portillo que se ha hecho en el cerco amurallado de Olivenza, en el baluarte del príncipe. Asegura Correa que la comisión provincial del Patrimonio ha dictado del orden de 20 resoluciones diciendo que se tape, sin conseguirlo.
Los expertos coinciden también en que la mano del hombre tiene mucho que ver con el mal estado de muchos edificios. Pilar Mogollón recuerda cómo hace años la gente se llevaba los pilares del acueducto de los milagros en Mérida para utilizarlos en construcciones propias y Feliciano Correa asegura que muchos castillos de la región han sido sometidos a verdaderos expolios. El arquitecto Daniel Monfort también hace hincapié en la importancia que tiene la implicación de los ciudadanos en las restauraciones.
«Es importante su implicación en el proceso, para que no se encuentren con un antes o un después. En las catedrales de Santiago o de Vitoria no solo no se cerraban por obras sino que se incentivaba la visita de los ciudadanos para que fueran haciendo suya la nueva apariencia. Eso es una asignatura pendiente para nosotros», opina Monfort.