viernes, 1 de octubre de 2010

Extremadura: por la ruta del Emperador en Jarandilla de la Vera

Jinetes, caminantes y viajeros se unen en este trepidante recorrido, que comienza en el parador de la bella localidad cacereña de Jarandilla para llegar al Monasterio de Yuste. Una de las muchas bondades de la zona.






Por Pedro Madera

Un vistazo al mapa y escogemos Jarandilla de la Vera. A poca distancia se encuentra la Garganta de Alardos del río Tiétar, un lugar de esos que son aún un secreto conocido por unos pocos privilegiados. En verano, los que lo conocen se acercan a las charcas o pozas a darse un chapuzón. Es fácil recuperar el espíritu de nuestros veraneos adolescentes, cuando el agua de la Sierra de Gredos servía para probar nuestra resistencia al frío.

El otoño tiene también su encanto y bien abrigado se puede dar un paseo por la zona entre sauces, chopos y fresnos mientras se escucha el agua tronar. Al llegar febrero ya se huele a primavera. Merece la pena acercarse a Jarandilla para participar en la Ruta del Emperador, que este año cumple su décimo primer aniversario. Curiosamente, comienza en el Parador y dura unas tres horas hasta la meta en el Monasterio de Yuste. Jinetes, caminantes y viajeros se unen en una marcha que conmemora aquel viaje que hiciera Carlos V en febrero de 1557.

Así se entiende mejor la Vera, tierra de alcornoques, cerezos y castaños que se alternan con pinos y nogales y sobre todo con amplios campos de pimiento y tabaco. Pero sólo hay que ponerse en ruta y pronto llegan los lugares que esperamos: Cuacos de Yuste, con sus recuerdos del emperador que encontró aquí el refugio para sus últimos días, Aldeanuela y la mencionada Jarandilla, que tiene un cierto aire de capital comarcal, con un palacio de piedra berroqueña y muros almenados en el que vivió Carlos V mientras ponían a punto el monasterio de Yuste.

Desde entonces, han sido muchos los personajes ilustres que se han alojado en él, convertido ya en Parador Nacional. Jarandilla es también famosa por sus bodegas, entre ellas, la más célebre es la Cueva Puta Parió que sirve unos excelentes callos para acompañar su vino. A la hora de buscar rutas caben pocas dudas porque la carretera es sólo una, la que recorre toda la Vera, por Losar, Robledillo, Talaveruela, Valverde, Villanueva, Madrigal.

Por allí saldremos de la comarca, siempre con la Sierra de Gredos a nuestra izquierda vigilando atentamente nuestros pasos. La Vera presume de tener un microclima propio, más dulce que el entorno, y que le ha permitido cultivos como el tabaco o como los cerezos que hoy son también un reclamo turístico al terminar el invierno, cuando florecen cubriendo el paisaje de blanco. Si alguien se anima a ir durante los carnavales se encontrará con tradiciones como la del Pero Palo en Villanueva, cuyos orígenes hay que buscar en las raíces arcaicas y precristianas de España. No es raro que más de un famoso tenga aquí su escondite...

Ocholeguas para El Mundo