domingo, 24 de noviembre de 2013

Los hornos de Torrejoncillo llegan hasta el imperio del sol naciente

Tinajas Moreno León, cuyos orígenes se remontan más allá del siglo XVIII, utiliza 90 toneladas de tierra al año 

24.11.13  -




Una familia de tinajeros que se remonta más allá de 1783. «De ese año es la primera pieza que hemos encontrado con la firma de nuestra empresa, una estrella de David, en ella se puede leer la inscripción: 'Soy de Hilario Simón'», explica Antonio Moreno, uno de los tres socios de Tinajas Moreno León.
Los propietarios de la firma son tres hermanos Rafael, Carlos y, el mencionado, Antonio. Ellos heredaron el negocio de su padre, Daniel Moreno, quien da nombre a uno de los productos más destacados de todos los que se fabrican en las instalaciones que tienen en Torrejoncillo, el Fogón de Daniel. «Es la pieza más vendida en estos momentos», reconoce Antonio.
Pero no es la única. Del taller salen tinajas de muchos tamaños, macetas, chimeneas u hornos panaderos. Además, fabrican por encargo y colaboran con artistas. «Estamos vendiendo tinajas a unas bodegas de vino del Penedés. Ellos promocionan su producto con el valor añadido de que se cura en tinajas de barro», indica uno de los socios.
Durante los meses de verano, Tinajas Moreno León cuenta con seis trabajadores. No es lo habitual en el resto del año, en los que la plantilla está formada por los tres socios, Francisco Javier Cano y Daniel Moreno, este último es hijo de Antonio y el responsable del taller y la tienda que la empresa tiene en la capital cacereña. Sin embargo, mientras duren sus vacaciones estivales, Ernesto Moreno, de 16 años e hijo de Rafael, está aprendiendo el oficio familiar. «Él está estudiando, pero en verano nos ayuda y aprende el trabajo que se hace aquí. En el futuro será él quien tome la decisión sobre su futuro», afirma su padre.
Para elaborar sus productos, en Tinajas Moreno León utilizan desde hace varias generaciones tierra de una zona llamada Las Mesas. «Realmente no sabemos en qué año comenzó a funcionar esta empresa familiar ni cuándo se eligió esa zona para coger la materia prima», reconoce Antonio, que manifiesta que utilizan 90 toneladas de tierra al año.
Para el Fogón de Daniel, del que se fabrican unas 300 unidades anuales y que pesa 70 kilogramos, se usa una mezcla especial de tierra destinada a aguantar las altas temperaturas. «Una de las características especiales es su brillo, ya que contiene mica», aporta Antonio como único dato sobre el preparado.
Pellas y caminos
El primer paso para fabricar el horno es masar la tierra y convertirla en churros de varios tamaños, unos sirven para las pellas y otros para los caminos. La pella es el pedazo de barro inicial que se moldea en el torno para iniciar las piezas. La diferencia entre los tinajeros y los alfareros es que los primeros fabrican piezas de gran tamaño, aunque en el inicio del proceso la labor de ambos gremios es similar. «Los dos trabajamos con la pella. Con ella, los alfareros hacen todo el producto y los tinajeros solo la base. Luego, nosotros vamos levantando el resto de la pieza mediante una técnica que se denomina caminos, con la que vamos añadiendo barro hasta completar todo el conjunto», dice Antonio.
El Fogón de Daniel se elabora mediante una única pieza, que se corta por la mitad y a la que se abre la puerta cuando está semidura. Lo único que se hace por separado es la tapa. Una vez terminado, va al horno del que sale endurecido y listo para la venta. «Hemos vendido el Fogón de Daniel hasta en Japón, pero también en países europeos, como Inglaterra», apunta Antonio.
De momento, esta empresa con más de dos siglos de historia parece que tendrá continuación, ya que la nueva generación ya se implica en el negocio familiar.

Hoy-Badajoz

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