Puede parecer una simple anécdota pero algunos la toman como ejemplo de cómo está el tren en la región. Hace una semana, el R-598 (el modelo de tren que sustituye al Talgo desde diciembre) que cubría la línea entre Badajoz y Madrid ofreció un viaje poco agradable a sus pasajeros. ¿El motivo? Los aseos no funcionaron en todo el trayecto y cada parada en una estación suponía una estampida de viajeros hacia los urinarios.
En Mérida se produjo otro incidente el viernes pasado. Una avería en uno de los motores del convoy Mérida-Ciudad Real cortó dos horas la vía y obligó al transbordo por carretera hacia localidades de Las Vegas Altas y La Serena.
Trenes viejos, horarios poco competitivos y trayectos interminables cortocircuitan cualquier opción de que el tren en Extremadura coja velocidad.
«Estamos estancados en el ferrocarril convencional», certifica Miguel Fuentes, responsable ferroviario de CC OO «Y el AVE no va a poner ninguna solución para el transporte ferroviario de Extremadura», añade Juan Manuel Pacheco, secretario de Transportes de UGT. Ni siquiera la Semana Santa supone un impulso a este medio que en otras partes del país es básico.
Situaciones como la vivida también el viernes en el tren Madrid-Cáceres desincentivan su uso. Cerca de cuatrocientas personas, muchos de ellos estudiantes, sacaron billete en la madrileña estación de Atocha. Una cifra sobresaliente gracias al inicio de estas vacaciones.
Renfe puso un tren de refuerzo, un R-592 «de los que prácticamente ya no circulan por España y, en todo caso, válido para cercanías, para una línea de metro, no para hacer 400 kilómetros», incide Fuentes. Este último detalle tiene su importancia porque, al no estar limitado el número de billetes que se pueden vender, sea cual sea el aforo, muchos usuarios realizaron el viaje de pie. Este diario contactó con Renfe para contar con la valoración de los hechos pero no ofreció su versión.
«Es un disparate. Situaciones como ésta no ayudan a que la gente coja el tren en un sitio ya de por sí complicado como es Extremadura por su baja densidad de población y por imponer Madrid unos horarios poco favorables para los que quieren el tren para desplazarse a otros sitios de fuera de la región», añade el dirigente de CC OO.
Por si fuera poco, los viajeros, con su equipaje, tuvieron que bajarse en Monfragüe para seguir, unos camino de Plasencia y otros de Cáceres.
El número de usuarios del tren en Extremadura no crece desde hace años, lo que hace que resulte deficitario el servicio ferroviario para la Junta y el Gobierno central, que asumen pérdidas millonarias.
«Si se promocionase de forma general el tren, todo mejoraría. No solo para los potenciales clientes sino para las cuentas de las administraciones», resume Pacheco. El sindicalista de UGT añade que «el tren no carbura en la región. Y no es por una sola cosa. Son muchas».
De forma general, subraya, porque hay demasiados tramos de vía por renovar (Castuera-Puertollano, Llerena-Sevilla, Arroyo-Malpartida, Aljucén-Mérida, Aljucén-Cáceres... Eso implica reducción de la velocidad y viajes insufribles. De otra parte se necesitan horarios más ajustados «a la demanda de la gente y con más frecuencia. Se pueden poner apeaderos en más pueblos para captar a más gente y llevar la línea del tren de Badajoz de la estación al hospital y a la Universidad, que es adonde va muchas de las personas que vienen a Badajoz», resume Pacheco.
«Mejorar significa gastarse dinero y no parece que esto vaya a pasar aquí», se lamenta Miguel Fuentes. En septiembre pasado, Enrique Urkijo, director de viajeros de Renfe, aventuró que el Estado estaba dispuesto a gastarse 90 millones de euros para la renovación de la flota de trenes en Extremadura y en otras mejoras. A fecha de hoy, las palabras no se han transformado en hechos.