Manuel Cayado, alcalde de Olivenza en el histórico Puente Ajuda, que durante años unió Portugal y Extremadura y que fue destruído definitivamente en el siglo XVIII. :: CASIMIRO MORENO
Comparten paisaje, costumbres y clima, aunque una raya, imaginaria para muchos, los parte por la mitad y establece que son dos países distintos: España y Portugal. La historia desmiente en su pasado y su presente esa frontera legal establecida y habla de lazos sociales, comerciales, turísticos y económicos que unen a las poblaciones de ambos lados. Por eso todas y cada una de las localidades rayanas extremeñas que hoy contemplan la encrucijada política y económica en la que se encuentran sus 'vecinos' siguen con preocupación y empatía la posibilidad de un rescate financiero a Portugal por parte de Europa. Reconocen que no pueden evitar tener un refrán en la mente: «Cuando las barbas de tu vecino veas cortar...».
Ramón Díaz Farias, presidente de la Federación de Municipios y Provincias de Extremadura, lo resume en pocas palabras: «A mí me afecta más llevarme bien con el presidente de la cámara de Moura, que está a 15 kilómetros, que tener buenas relaciones con el alcalde de Navalmoral de la Mata». No en vano, todo lo que sucede en el país vecino acaba afectando a los rayanos. «Cualquier medida de ajuste a un lado de la frontera puede repercutir en positivo o en negativo en el otro lado», sostiene Díaz Farias, que es también alcalde de Villanueva del Fresno, una localidad fronteriza del sur de Badajoz.
En Olivenza, uno de los pueblos más cercanos a los portugueses, hasta el punto que todavía hay quien defiende que es luso, su alcalde llama a los vecinos del país de al lado 'hermanos' y por eso, le preocupa su situación. «He tenido la oportunidad de hablar con algunos de sus alcaldes en estos días, porque compartimos el proyecto de las tierras del gran lago de Alqueva, y están sumidos en una gran incertidumbre. En esta iniciativa hay implicadas siete cámaras portuguesas y cinco municipios españoles. A nosotros nos preocupa mucho también. De hecho, estamos en un compás de espera y no sabemos si al final podremos sacarlo adelante o tendremos que pedir una moratoria a Europa. Si se produce un rescate, se van a enfrentar, entre otras cosas, ya que no tienen administración intermedia, a que no van a poder hacer frente a las inversiones previstas», argumenta Manuel Cayado, el alcalde oliventino.
El temor del regidor se extiende a lo largo de toda la frontera. Las relaciones que mantienen los pueblos de ambos lados son diversas y se remontan a años atrás, algunas más que otras. «Ya estamos notando que ha habido un descenso importante en el número de portugueses que nos visitan los fines de semana, por ejemplo», detalla Cayado. En su opinión, había motivos para pensar que algo así podía suceder. «Después de ver los rescates de Grecia e Irlanda era normal 'ponerse en guardia' y saber que podíamos ser víctimas de un retroceso grande, sobre todo en materia de empleo. Los hermanos portugueses estaban expuestos a ello como el resto de Europa, pero además, tienen un problema añadido: sus sueldos son muy bajos. Como rayano me consta que nos va a afectar su precariedad. Ya hay restaurantes que nos están comentando que sus clientes portugueses han disminuido», añade el regidor oliventino.